Sebastián Zuccardi creó este nuevo concepto de “vinos de montaña”, porque realmente están domados, perfilados, modelados, influenciados por el paisaje que rodea las vides de estos flamantes vinos.
Sebastián Zuccardi es uno de los agrónomos que más se ha metido en la bodega, y su influencia se hizo notar. Corre con la ventaja de ser además dueño de la bodega, fundada por su abuelo a mediado de los 60´.
Cómo todos los hacedores de su generación, la curiosidad y la sed de búsqueda lo llevaron más allá. Y tal fue la confianza de su padre y su madre; los directores de la bodega; que “se mudaron” al Valle de Uco, para dar inicio a una nueva etapa en la historia familiar.
Con Santa Julia bien arraigada en Maipú (Primera Zona) y posicionada como uno de los points ecoturísticos más concurridos de la provincia; gracias a sus innumerables actividades y a los restaurantes Casa del Visitante y Pan & Oliva, comandados por el chef Matías Aldasoro; Sebastián apostó a diversos viñedos de Uco. A tal punto que construyeron la bodega Piedra Infinita (activa desde la cosecha 2015), en el corazón de lo que hoy se conoce como Paraje Altamira, en el Corazón de La Consulta.
Sin dudas, en estos 15 años, el joven agrónomo y winemaker aprendió mucho, tanto de recorrer sus fincas, como de los viajes al Viejo Mundo en busca de inspiración.
Hoy, ya no necesita irse para soñar, sabe que desde su lugar puede hacer los vinos que se proponga.
Así nació este nuevo concepto de “vinos de montaña”, porque realmente están domados, perfilados, modelados, influenciados por el paisaje que rodea a las vides que dan las uvas para estos flamantes vinos. Y la importancia del paisaje, y de respetar el entorno, la aprendió de Gianfranco Soldera. Un viejo productor de Brunello di Montalcino ya fallecido. Porque esa flora y fauna, natural y silvestre, también puede formar parte del carácter del vino, y aportar lo suyo para lograr una personalidad única.
Este es el punto. Claramente para lograr un gran vino la calidad es obligatoria. Pero para recibirse de “gran”, y cosechar prestigio alrededor del mundo; hay que trascender el tiempo con una personalidad propia. Por eso, todo lo que provea la naturaleza hay que aprovecharlo en pos de ese objetivo.
Sin dudas que el terruño y el entorno no están solos, y que los hombres y las mujeres que elaboran los vinos se vuelven piezas fundamentales. Ya que son ellos los que definen el manejo del viñedo, el riego, el momento de cosecha. Y luego en bodega, la vinificación y crianza. Y si el trabajo estuvo bien hecho, la menor intervención reinará en bodega.
Esta no es la única manera, pero es la manera de Sebastián Zuccardi de hacer el Malbec del futuro.
La importancia del suelo y el entorno
Pero su gran aporte no viene tanto por el lado de las uvas, sino de las regiones. Y para ello se puso a estudiar el suelo, porque entendió desde el vamos que con el nombre solo no se logra hacer historia, hay que ir más profundo. Y como todo se lo toma muy en serio, empezó a cavar calicatas por todos lados. Al principio se juntó con Pedro Parra, experto en piedras y subsuelos vínicos, y recorrió el mundo mirando hacia abajo. El sabía que poco se sabía del suelo hacia abajo. Y así nace un proyecto como Aluvional. Un vino de altísima gama que busca reflejar de la manera más pura, el espíritu de un lugar especial; de un paraje.
Regido por los conos aluvionales formados hace millones de años, plantó y / o reconvirtió viñas. Con las intensiones tan claras que hasta lo llevaron a pelearse con su propia familia por sostener que no era necesario poner la palabra Malbec en las etiquetas de los Aluvional (los 2008 allá por el año 2010), justo cuando nuestro cepaje emblema comenzaba a gozar de un reconocimiento internacional inédito. Sus fundamentos fueron tan claros y convincentes, como sus vinos, y por eso no figura el varietal en las etiquetas de estos vinos, pero sí el lugar. Porque es eso lo que hace diferente y único a un vino, sin importar su composición.
Tan convencido estaba en hacer sus vinos a partir de lugares; casi siempre con el Malbec como principal vehículo; que construyó una bodega, con técnicas usadas en el pasado para garantizar su injerencia hoy y en el futuro. Piletas de cemento sin recubrimientos, huevos (también de cemento) para micro vinificaciones, con la menor intervención posible de hombres y mujeres que allí trabajan a su par. En línea con ello, utiliza maderas nuevas y usadas, de primera calidad con el objetivo de aportar estructura sin tapar el carácter del vino. La bodega enclavada en el corazón de Altamira se llama Piedra Infinita, y está hecha básicamente con los miles de piedras que han tenido que remover para poder plantar las vides.
Justamente de esa finca salen sus aclamados Vinos de Finca (una palabra nuestra y maravillosa según el joven hacedor), una expresión que busca reflejar el carácter no de un lugar, sino de una finca, con sus diversos rincones.
También hay lugar para que el viticultor desarrolle otros vinos, más propios, convencido en una variedad, un método, o simplemente una combinación de factores. Así nació Concreto, un Malbec que llegó con la cosecha 2014 para patear el tablero. Porque no solo se trataba de un vino con pretensiones y sin paso por madera, algo casi inédito, o al menos atrevido para su época. Sino que era un vino conceptual que iba más allá de su vinificación. Concreto más que un vino, más que un Malbec, es un mensaje del viticultor.
Pero no son los únicos vinos que Sebastián Zuccardi elaboró en últimamente. Ya que en 2014 lanzó los Polígonos. Al principio eran tres vinos que mostraban un recorrido, muy particular, por cierto, del Valle de Uco, de la mano del Malbec. Pero no sólo son tres lugares diferentes: San Pablo, La Consulta y Vista Flores, sino con una interpretación enológica distinta, pensada en cada caso para resaltar las virtudes de cada lugar. Y si bien esto empezó como un proyecto para una cadena de restaurantes del Reino Unido que buscaba mostrar distintas caras del Malbec, se convirtió en una línea elocuente y consistente, que muestra la visión particular del joven winemaker.
Porque después de algunas cosechas, Sebastián entendió que estos vinos, los Polígonos, debían hablar de un lugar, pero no tan específico, sino respetando lo que los rodeaba. Y también, más pensados para beber que para guardar. Por eso los bautizó “vinos de pueblo”. Hay blancos sorprendentes que llegan de San Pablo, y tres Cabernet Franc. Pero los Malbec son quizás los que mejor reflejan, al menos hoy, las intensiones del hacedor.
Pero la historia, su historia recién empieza. Y del fruto de recorrer los límites de nuestra vitivinicultura, en lugar de sólo descubrirlos, están naciendo nuevos vinos. Los Malbec del futuro, y de montaña.
Concreto 2018
Familia Zuccardi Valle de Uco
Es la quinta cosecha de este vino revolucionario, no solo por estar elaborado y criado en vasijas de concreto y sin paso por madera, sino también por la intensión de su hacedor de mostrar un Malbec de su tierra, directo y totalmente desnudo.
Puntos: 92,5
Polígonos Paraje Altamira Malbec 2017
Familia Zuccardi Valle de Uco
Sebastián Zuccardi busca expresar acá el carácter del “pueblo” de donde provienen las uvas. De aromas austeros a frutas negras, paladar fresco y franco, buen cuerpo, con taninos finos pero firmes. Hay fuerza con cierta potencia bien equilibrada.
Puntos: 92,5
Polígonos Gualtallary Malbec 2017
Familia Zuccardi Valle de Uco
Acá se nota bien la expresión del lugar, más allá del carácter varietal. Es un tinto de aromas frutales, con buena fluidez y paso refrescante. También voluptuoso y expresivo, con taninos finos y firmes; texturas que le otorgan un buen potencial.
Puntos: 92
Polígonos San Pablo Malbec 2017
Familia Zuccardi Valle de Uco
Sin dudas, es el terruño más extremo y frío de todos los Polígonos. De aromas no muy expresivos pero equilibrados. Con buen carácter de frutas de baya y toques herbales, paso fluido y jugoso, con taninos incipientes que agarran el final de boca.
Puntos: 91
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