Hoy es el día de los "crack" del vino

La figura de los enólogos se ha vuelto muy importante para los vinos argentinos, pero no solo porque las redes sociales y las necesidades marketineras les exigen más presencia, sino porque hoy son la clave del éxito.

En el Viejo Mundo, donde llevan muchos años de ventaja, los vinos también son elaborados por enólogos y enólogas, pero en esos casos desarrollando más su parte técnica, ya que todo lo demás está resuelto. A esta altura de su historia, los vinos más prestigiosos del mundo se hacen con las mismas variedades, cosechando de la misma manera y con los mismos protocolos de vinificación. Dicho de otra forma, ellos ya encontraron la mejor manera de hacer cada vino y no necesitan seguir buscando alternativas ni cambiar procesos. La innovación para ellos se reduce a combatir el cambio climático y ser cada vez más sustentables.

En cambio, en el Nuevo Mundo; y eso incluye a la Argentina; los hombres y mujeres son indispensables para seguir recorriendo el camino en busca de los mejores vinos posibles.

Se sabe que la vid llegó al país a mediados del siglo XVI, pero tuvieron que pasar tres siglos para que se forjara una verdadera industria. Esto implica que el vino argentino tiene alrededor de ciento cincuenta años. Sin embargo, esa historia evolucionó al ritmo del país, sin poder lograr un crecimiento sostenido. Recién, desde mediados de los 90´se puede decir que “una nueva historia” dio comienzo. Porque fue allí cuando los hacedores y bodegueros entendieron que el único camino posible era el de la calidad. Y ya van treinta años de un crecimiento sostenido en cuanto al negocio, pero impresionante en cuanto a calidad y estilo se refiere.

Y justamente fue gracias al know how de los enólogos que surgieron muchos cambios. El vino nace en la viña, el suelo es muy importante para el desarrollo de las uvas, al clima se lo puede anticipar, el momento de cosecha es clave y en bodega tratar de intervenir lo menos posible. Estas y muchas otras cosas están posibilitando los mejores vinos argentinos de toda la historia. Y son ellos con sus decisiones diarias; donde plantar los nuevos viñedos, cómo podarlos y regarlos, cuándo cosecharlos, y cómo elaborarlos; los que lograron encausar la historia del vino argentino. Seguramente en algunas décadas muchas búsquedas habrán culminado, y muchos vinos habrán encontrado su mejor lugar y su mejor manera de ser concebidos, dejando siempre librado a los caprichos de la naturaleza (por el clima de la cosecha) un porcentaje de influencia. Mientras tanto, son los verdaderos protagonistas.

Eso explica por qué también son los referentes indiscutidos para los consumidores que buscan cruzarse con ellos en las redes sociales, y siguen atentamente sus posteos.

En DELIRIO buscamos todos los meses sorprender con vinos de alta gama, esos que significan el mayor orgullo de las bodegas y los enólogos, con intención de abrir paladares y fomentar el buen gusto. En el día del enólogo, brindamos por todos los  winemakers del país, y en especial por los que hicieron posibles los vinos seleccionados para DELIRIO.

 

Los enólogos más delirantes

Si la antigüedad es un rango, hay que empezar por los más experimentados, aquellos que acumulan más cosechas de experiencia en su haber. Y si bien ellos nunca están solos y trabajan en equipo, son los máximos responsables vínicos de las bodegas.

Alejandro “Pepe” Martínez, es muy reconocido por las burbujas de los espumosos de lujo en Rosell Boher. Pero también elabora vinos tranquilos desde hace más de 40 años. Dueño de una templanza admirable y técnicamente muy preciso, ha logrado demostrar que en Argentina se pueden lograr vinos espumantes a la altura de los afamados Champagne, incluso con más de 70 meses sobre borras en segunda fermentación. El otro “experimentado” de DELIRIO es José “Pepe” Galante, una de las palabras más autorizadas. Desde 2010 en Salentein, supo crear a principio de los 90´un vino que aún hoy permanece como el gran ícono nacional; el Estiba Reservada de Catena Zapata. Con más de cuarenta vendimias de experiencia, el reconocido enólogo se destaca por sus tintos y blancos. Siendo sus preferidos a la hora de elaborar el Chardonnay y el Cabernet Sauvignon, más allá de disfrutar mucho el Malbec y los blends. Hoy, dedicado 100% al Valle de Uco, está logrando vinos cada vez con más identidad de lugar, delicadeza y potencial de guarda.

Susana Balbo; la gran dama del vino; también tiene una larga experiencia vitivinícola. Empezó en Salta con el Torrontés y luego se afincó en Mendoza con bodega propia. Si bien ella no está en el día a día, gracias a que trabaja junto a sus hijos (Ana y José), al joven enólogo Gustavo Bertagna (dice ella que es su mano derecha y más) y al agrónomo Edy Del Popolo, está en los momentos claves del ciclo de madurez decidiendo la poda, el momento de cosecha, y los cortes de cada vino. Susana es una artista de la enología, pero confía mucho en el perfil de la uva, y a la hora de degustar, valora mucho más la acidez y la boca del vino que su nariz.

Alejandro Vigil de Catena Zapata es, sin dudas, el enólogo del momento. No solo por sus Malbec, Chardonnay y Cabernet Franc de parcelas que alcanzaron los 100 puntos, sino porque siempre está un paso más adelante. Fue él quien puso de moda el Cabernet Franc, y también quién hizo mucho para consolidarlo como una de las variedades más interesantes de la Argentina en la actualidad. Trabajador incansable y creativo, se desvela por conocer cada día más, aunque confiesa que aún se desconoce el 95% de las razones por las cuales un vino de tal lugar tiene un carácter particular. Gran parte de su trabajo está pensando a cincuenta años, y si bien es consciente que no verá los resultados, está feliz por participar del proceso que entiende, es histórico.

El joven Sebastián Zuccardi es otro de los más reconocidos, y si bien es agrónomo, trabaja en conjunto con la enóloga Laura Principiano. Ellos, junto a un gran equipo, han revolucionado los vinos de Zuccardi, primero los del Valle de Uco y luego los de las zonas más tradicionales. Sebastián tiene una visión muy concreta, vinos de lugar con gran influencia de montaña. Esa claridad lo llevó a construir una bodega en Paraje Altamira (Piedra Infinita), elegida como la mejor del mundo para visitar, y hoy sus tintos y blancos de montaña están entre los más codiciados.

Detrás de nombres tradicionales también hay innovación y cambios, y eso se debe mucho a los enólogos. En Luigi Bosca, Pablo Cúneo está desde 2017 y ya su trabajo, junto al gran Vicente Garzia, se percibe en los tintos y blancos que llegan al mercado. También Sergio Casé que, después de veinte años, tomó la posta que le dejó Daniel Pi en Trapiche (hoy responsable de todos los vinos de Peñaflor, y específicamente de Bemberg Estate). Sergio es uno de esos jóvenes que acusan una gran experiencia, tanto en vinos de partidas limitadas como de gran volumen.

Juan Roby, al frente de Lagarde, es el único enólogo “repetido” de DELIRIO. Hace dos décadas trabaja con la familia Pescarmona y es quién mejor conoce tanto a don Enrique como a sus hijas (Sofía y Lucila), que hoy están al frente de la bodega. Juan ha demostrado que puede lograr vinos actuales, tanto aquellos que deben respetar un legado (Henry) como otras etiquetas más innovadoras (Proyecto Hermanas).

Otro que trabaja con grandes de la enología es Javier Lo Forte, el enólogo de Pulenta Estate, la bodega de los hermanos (Hugo y Eduardo) Pulenta. Sin dudas, uno de los nombres más importantes de la industria. Sus vinos son siempre equilibrados y elegantes. Otra historia interesante es la de Germán Di Césare en Trivento, perteneciente a Concha y Toro, el grupo vitivinícola más grande del continente, y que fuera concebida como bodega exportadora. Pero gracias al trabajo de Germán y su equipo, Trivento ha tomado vuelo propio, convirtiéndose en una de las más importantes del país, tanto a nivel local como en exportaciones. Germán elabora el Malbec más vendido en Europa en los últimos años.

Por su parte, Juampi Michelini; el más joven de los Miche, los hermanos más famosos del vino nacional; ha logrado plasmar su visión en Altar Uco. Está apostando (junto a la familia Kokogian) todo para lograr los mejores vinos posibles según sus convicciones. Disfruta más hacer blancos que tintos, y tiene toda la vida por delante para demostrar que está en lo cierto.

Matías Prieto es el joven detrás de los vinos de Marcelo Tinelli (y muchos otros), elaborados en Lorenzo de Agrelo. Inquieto y caminante de la viña, comunica con pasión lo que hace y es, sin dudas, otro de los nombres que hará historia. De Ariel Angelini se pueden decir muchas cosas, aunque sea de perfil muy bajo. Es un tapado para muchos, pero a través de los vinos que hace en Casa Petrini desde el momento cero, demuestra su capacidad. Sensible y romántico, está enamorado de ese rincón en Tupungato, donde logra vinos con personalidad propia. Ellos la llaman “personalidad de río”, pero también hay mucho de Ariel allí.

Gabriel Bloise es otro de los jóvenes que se dejó llevar por los encantos de la naturaleza. Y hoy está dedicado, casi en exclusividad, a los vinos biodinámicos. Siempre a partir de uvas orgánicas (sin uso de agroquímicos) y teniendo en cuenta el calendario lunar para hacer los manejos en la viña y los movimientos en bodega.

Con DELIRIO también se mostraron otras zonas, como Salta y San Juan, a través de dos bodegas con fuerza propia. Desde Colomé, el enólogo francés Thibaut Delmotte, sigue imprimiendo frescura a la intensidad que dan el sol y la altura. Mientras que en Pyros Wines, la bodega dedicada en exclusiva a vinos del Valle de Pedernal, la recién llegada Paula González promete continuar la senda del estudio y aprendizaje de cada parcela, para seguir logrando vinos como el flamante Limestone Hill Malbec 2016, presentado en exclusiva en DELIRIO.

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at Fabricio Portelli