Emprendimiento de altura y con altura

Quien está detrás de Alta Yarí es alguien que conoce mucho de vinos y de la Argentina; Hervé Fabre, fundador de la bodega Fabre Montmayou, en el corazón de Vistalba. Bordelés y apasionado del vino, descubrió en el Malbec su mejor aliado. Con el tiempo, fue descubriendo los mejores rincones de Mendoza. Así nació, hace más de una década, Alta Yarí. Un sueño hecho realidad. La intención era crear vinos excepcionales que reflejaran el amor por la tierra mendocina.

Actualmente, esta bodega boutique posee 220 hectáreas en Gualtallary, Tupungato. Allí, sus viñedos se desarrollan entre los 1.350 y 1.580 metros sobre el nivel del mar, distribuidos en parcelas en las Lomas del Jaboncillo. El carácter del lugar, el know how y la pasión de sus hacedores, dieron vida a una ambición; que Alta Yari se convierta en uno de los más excepcionales productores de vinos de Argentina. Luego de dejar Burdeos, hace casi 40 años atrás, Hervé ha tenido el privilegio de trabajar con muchos terroirs sobresalientes en Argentina, pero el viñedo Alta-Yarí en Gualtallary es uno de los mejores que ha encontrado. Un estudio exhaustivo de los suelos, permitió seleccionar parcelas con diferentes tipos de suelos (calcáreo, arenoso-calcáreo, limoso-calcáreo o pedregoso), Esa diversidad de suelos y microclimas, hacen posible desarrollar una gama de vinos de gran personalidad.

Alto deseo

Alta Yari nace del deseo de elaborar los mejores vinos que reflejen un terroir de suelos excepcionales, con altitudes fuera de lo común para Mendoza. La bodega posee una finca de 250 hectáreas en Gualtallary, la Indicación Geográfica más elevada de Valle de Uco. Allí, los viñedos se encuentran plantados entre los 1350 y 1600 msnm y están distribuidos en pequeñas parcelas a lo largo de los valles de las Lomas del Jaboncillo. Allí se cultivan las uvas con las cuales el enólogo Juan Bruzzone con el asesoramiento de Hervé Fabre, elabora vinos con carácter único.