2019, una cosecha memorable!

Es verdad: 2019, es una cosecha memorable!

Hasta hace pocos años la cosecha era solo un número en las etiquetas de los vinos. A lo sumo, el paso del tiempo a partir de esa añada justificaba el aumento de precios de cada botella, sin que esto significara una mejora del vino en sí. Pero la evolución de la vitivinicultura; pasó de ser correctiva a ser de precisión; logra vinos más elocuentes, de las variedades, de los terruños y, obviamente, de las cosechas.

El trabajo del año se define en cosecha, entre diciembre y abril; más allá de la poda en invierno cuando se le “dice” a la planta qué tipo de vino se va a elaborar a partir de sus uvas. Porque de una hectárea de vides se pueden obtener 400 qa/ha para vinos de mesa, o apenas 35 qa/ha para vinos de alta gama, siempre en base a la poda. Y claro está que a lo largo del año hay que hacer muchos trabajos, y el nivel de minuciosidad y de inversión será directamente proporcional a la calidad del vino pretendido.

Pero una buena uva es el comienzo de un buen vino, no lo garantiza, ya que en bodega también hay que tener muchos cuidados.

Si bien mirando para atrás se pueden detectar algunos años icónicos, como el 1997 o 1991 o 1974, entre otros, en realidad fue en este milenio que las cosechas empezaron a tener un poco de protagonismo, llegando a ser hoy clave para entender el estilo de un vino y su potencial de guarda.

La 2002 fue aclamada por enólogos y agrónomos como la mejor de los últimos 30 años. Pero por aquel entonces, los vinos se concebían a partir de una sobre madurez y una sobre modernización, que resultaba en vinos cargados en boca. De gran impacto pero no tan bebibles. Además, su tan proclamado potencial de guarda, apoyado en la estructura tánica y la potencia alcohólica, no resultó tal.

Después llegó la 2006, con un clima más benévolo, peor sobre todo con un cambio de paradigma de los hacedores. Ahí también, al interés por el estudio del clima y su impacto en la calidad de los vinos, se le suma el terruño, y nacen los estudios de suelos. Los años siguieron pasando y la evolución del know how de los agrónomos y enólogos posibilitaron desafiar las fronteras de la vi, ir hacia terruños más extremos, e incluso cosechar antes en las zonas tradicionales.

Las vinificaciones dejaron de ser tan concentradas y pasaron a ser más frescas y expresivas. Las variedades dejaron de ser las principales protagonistas para dar paso a los lugares; el origen del vino. 

Luego de la complicada trilogía 2014-2015-2016, la situación se estabilizó en 2017 y 2018, en términos cuantitativos y cualitativos, generando mucha expectativa con esta cosecha 2019. Y gracias a la evolución de la vitivinicultura las influencias climáticas se empiezan a sentir en las copas.

Claro que la vinificación influye mucho, y en definitiva el estilo lo sigue determinado el hombre. Pero de alguna manera, en los vinos de Alta Gama, los hacedores están condicionados por el terruño de donde proviene la uva y la calidad de la misma, muy influenciada por el clima.

En los vinos de consumo masivo se combinan uvas de diferentes regiones para mantener una calidad homogénea, y es por ello que este aspecto no es determinante. Por el contrario, en los vinos de alta gama buscan respetar lo más posible el carácter de lugar, y ser fiel reflejo del terroir; esa palabra francesa que resume lugar, del clima y del trabajo del hombre, claves para lograr mejores vinos.

Si bien es muy temprano aún porque muchos vinos están culminando sus fermentaciones, por la calidad de la uva ingresada a bodegas, los protagonistas se animaron a decir que será excepcional. Quizás no tanto como la 2018 por haber sido un poco más fría, pero si determinante de muy buena calidad. Es decir, que luego de una trilogía complicada, el vino argentino está viviendo una muy favorable, y esto implica que los vinos por venir causarán gran impacto, y gozaran de buen potencial de guarda.

Del Valle de Uco se destacarán los Malbec, con niveles muy buenos de alcohol y excelente acidez. En Patagonia, además del Pinot Noir, los Malbec muestran una fruta y color impresionantes, y el Cabernet Franc viene creciendo. También se estima tener muy buenos Sauvignon Blanc, Chardonnay y Semillón. Y para el NOA, fue un año con rendimientos excelentes y de gran calidad, específicamente en los viñedos de extrema altura (+2200 metros).

Algunos enólogos mendocinos se animaron a decretar al 2019 como el año del Chardonnay, pero en general el entusiasmo domina la escena vínica, augurando muy buenas novedades.

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